No vendrá en la mañana la blandura
del sol a mitigar mi encantamiento;
no vendrá a convertir lo que ahora siento
en vaguedades, rumias, en basura.
La noche y su liviana quemadura
(el tiempo de la noche es hondo y lento)
no dará con el hórrido esperpento
que habita en el confín de la cordura.
Hacia el alba un antiguo desencanto,
una necesidad de andar a prisa,
fatigará mi insomnio y seré el viejo
hombre que en otro tiempo quise tanto,
el que viste prejuicios y camisa
y repite sin fin: ¿de qué me quejo?
Pedro Kuy
No hay comentarios:
Publicar un comentario